Fuimos llamados a proclamar el evangelio ¿pero de qué manera? Leamos (Hech.1:8) “recibiréis, sí, potestad, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaria, y hasta los extremos de la tierra.” Fuimos llamados a proclamar el evangelio y ser testigos de quien nos envió. Tenemos una responsabilidad, pero si al llevar a cabo cualquier acción, por más noble y sagrada que sea, no testimoniemos a aquel que nos envió, entonces estamos cometiendo un error y debemos corregirlo.
Como seres humanos le ponemos condiciones a todas las cosas. Estas condiciones de seguro serán barreras difíciles de traspasar para quienes las apliquemos. Muchas veces la forma en que amamos es un ejemplo de cómo construimos barreras que nos separan de los demás.
¿Cómo debemos amar? (Mat.5:44-48) Mas Yo os digo: "Amad a vuestros enemigos, y rogad por los que os persiguen, a fin de que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace levantar su sol sobre malos y buenos, y descender su lluvia sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿Los mismos publicanos no hacen otro tanto? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis vosotros de particular? ¿No hacen otro tanto los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto".
¿Pero, cómo amamos? Lamentablemente nuestra condición humana nos lleva a condicionar el amor. Hacemos lo que no queremos y lo que queremos hacer nos cuesta trabajo ponerlo en acción: (Rm.7:19) Por cuanto el bien que quiero no lo hago; antes bien, el mal que no quiero, eso practico. Amamos a nuestro vecino hasta que su perro cruza la carretera y llega al patio de nuestra casa a dejar sus necesidades. Amamos a nuestros vecinos hasta que su hijo de 17 años enciende y escucha la música a un volumen mayor al que podemos soportar. Condicionamos el amor que tenemos hacia nuestra pareja al desear imponerle condiciones como por ejemplo, su peso, su estatura, el color de sus ojos o de su cabello entre otras cosas más. Condicionamos el amor al prójimo evaluando sus afiliaciones políticas, religiosas e incluso por sus preferencias sexuales. ¿Cuántos ejemplos más puedes añadir?
No perdamos de perspectiva lo mencionado anteriormente, debemos dar testimonio de alguien que es más grande que nosotros. ¿Sabías que los Apóstoles cometieron los mismos errores que hemos cometido nosotros? Veamos un ejemplo: (Lc. 9,51-56): Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó y dijo: «No sabéis de que espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.» Y se marcharon a otra aldea.
{Deseo añadir una aclaración, esta sección del versículo (55-56) en la mayoría de las Biblias solo se lee lo siguiente: “Pero Él, habiéndose vuelto a ellos los reprendió.” Esto es lo correcto según la Vulgata, sin embargo también es correcta la forma extendida. Esto se debe a que algunos escritos en griego sí contenía esta oración.}
¡Jesús no vino a condenar a los hombres, Él vino a salvarlos! (1Tm.2:4) “porque Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. No vamos a discutir el porqué de esta actitud de los Samaritanos: (Lc. 9,51-56), lo que si discutiremos son eventos que muchas veces pasan desapercibidos ante nuestros ojos, los cuales No son el testimonio que Jesús desea que demos de ÉL: (Hech.1:8).
Un tema que puede ser muy sensible para nosotros los Cristianos es la “Aparente Religiosidad”. Leamos la siguiente lectura antes de discutir este punto: (Mt.15:8) “Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí.” Esta es una cita de Jesús que revela una preocupación importante en la fe cristiana: la diferencia entre la religiosidad superficial y la verdadera relación con Dios. Jesús está advirtiendo sobre el peligro de una religiosidad que se limita a expresiones externas y rituales sin un compromiso genuino del corazón. Él señala que la adoración y la devoción deben ser más que simples palabras o actos exteriores; deben surgir de un corazón que esté verdaderamente cerca de Dios.
Como Católicos, creemos que la fe no se trata solo de cumplir con rituales y tradiciones, sino de tener una relación íntima con Dios. Esto implica una sinceridad genuina en nuestra búsqueda espiritual. La aparente religiosidad puede ser engañosa y no reflejar la verdadera conexión con Dios que se espera en nuestra fe. El pasaje también apunta a la hipocresía religiosa, que Jesús condenó repetidamente en su ministerio. Los cristianos deben esforzarse por evitar la hipocresía y buscar una fe auténtica que se manifieste en acciones y actitudes coherentes con lo que profesamos creer.
En lugar de quedarnos en una religiosidad superficial, debemos buscar una transformación interior que nos acerque más a Dios. Esto implica el arrepentimiento, la oración sincera, el estudio de las Escrituras y la búsqueda constante de vivir de acuerdo con los principios cristianos en todas las áreas de nuestra vida. Recordemos lo escrito y predicado por los Apóstoles y la Iglesia a través de la historia de la cristiandad: (St.2:14-19) “¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga que tiene fe, si no tiene obras? ¿Por ventura la fe de ese tal puede salvarle? Si un hermano o hermana están desnudos y carecen del diario sustento, y uno de vosotros les dice: "Id en paz, calentaos y saciaos", mas no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿qué aprovecha aquello? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta como tal. Mas alguien podría decir: "Tú tienes fe y yo tengo obras". Pues bien, muéstrame tu (pretendida) fe sin las obras, y yo, por mis obras, te mostraré mi fe. Tú crees que Dios es uno. Bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.”
“Pensamiento defectuoso.” A veces la incorrecta instrucción o interpretación de las Escrituras nos lleva a una incorrecta acción o postura hacia los demás. Como decía un famoso eslogan “Idioma defectuoso, pensamiento defectuoso”. ¿De qué manera los Apóstoles señalaban este grave error? (Gal.1:7-8) “Y no es que haya otro Evangelio, sino es que hay quienes os perturban y pretenden pervertir el Evangelio de Cristo. Pero, aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema.”
Lamentablemente, muchas veces, cada uno de nosotros nos hemos, equivocadamente, colocado la “Toga” de juez para señalar y/o condenar a otros. Este es el más grande error en el que podemos caer los Cristianos. Analicemos la lectura a la que llamamos la de “el Buen Samaritano”: (Lc.10:25-37). El experto en la ley pregunta a Jesús cómo heredar la vida eterna. Esto es fundamental en la teología Católica, ya que la vida eterna es el objetivo último de la fe Cristiana. La respuesta a esta pregunta fue el citar dos mandamientos: (#1) el Shemá (Deuteronomio 6:5) amar a Dios con todo el corazón; (#2) (Levítico 19:18 ) y amar al prójimo como a uno mismo. Estos mandamientos resumen la enseñanza moral fundamental del Cristianismo y están enraizados en la Tradición Católica.
Esta parábola ilustra la importancia de la misericordia y la compasión hacia los demás. El sacerdote y el levita, que eran figuras religiosas respetadas en la época, no mostraron compasión hacia el hombre herido, mientras que el samaritano, a quien se consideraba un enemigo religioso, actuó con compasión y ayudó al necesitado. Esto enseña que el amor al prójimo trasciende las barreras religiosas y culturales, lo cual es una enseñanza importante en la Iglesia Católica y “de todo verdadero Cristiano”, que promueve la caridad y la ayuda a los necesitados. Jesús concluye la parábola preguntando quién fue el prójimo del hombre asaltado. La respuesta del experto en la ley, "el que tuvo compasión de él", resalta que ser prójimo no depende de la identidad o afiliación religiosa, sino de la acción compasiva.
Quisiera que analizaran un minuto este pasaje Bíblico: (St.4:12) Uno solo es el Legislador y Juez: el que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres que juzgas al prójimo?
Me pareció interesante unas expresiones que ley hace un tiempo atrás y la que compartiré con ustedes. Se trata de unas expresiones que realizara el Sr. Jesús Adrián Romero, compositor y cantante perteneciente a una denominación religiosa protestante. Él escribe:
«No creo que las redes sociales sean el vehículo adecuado para tratar de corregir a alguien que creemos que está equivocado. No representamos fielmente a Cristo cuando ofendemos a otros sino cuando les mostramos gracia y favor. Debemos ser embajadores de la bondad de Dios. Si alguien ofende a alguien de otra religión en nuestras cuentas de redes sociales, lo bloqueamos». «Si tú eres evangélico y utilizas esta página para ofender a católicos o gente de otra religión, tu comentario será borrado y serás bloqueado. Tal vez alguien pregunte porque no le digo lo mismo a los católicos que ofenden a evangélicos, porque de cada 100 agresiones que leo, 99 son de evangélicos a católicos. A la vez pido perdón a los católicos por todas las ofensas recibidas. Les aseguro que los evangélicos que hacen esto, son solo una minoría, pero desafortunadamente son los que más comentan.» El pastor afirmó también que es injusto llamar a los católicos «idólatras», pues la propia teología católica prohíbe cualquier tipo de idolatría, así como la evangélica.
¿Cuál es la verdadera raíz de este problema en el que caen muchos si no la mayoría de nuestros amados hermanos que profesan otra fe y otra doctrina? Es muy sencillo, una mala interpretación de las escrituras, esa es la barrera que ellos colocan sobre todas las demás para separar se de los Católicos… la mal señalada idolatría. Este tema lo abordaré más afondo en una próxima publicación, pero sí señalaré lo que considero una de las contradicciones mas notables sobre quienes precisamente condenan y señalan a los Católicos de ser idólatras.
Éxodo 20:4-6 (Los Diez Mandamientos): "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
Está muy claro, “No te harás imagen, ninguna semejanza…” Esta es una orden, un mandato. ¿Pero lo practican nuestros queridos hermanos evangélicos? Recientemente escuché una canción cristiana y noté inmediatamente algo muy particular. La canción se llama “El tiempo de cantar llegó”. Parte de la letra dice: “y sus cabellos y sus cabellos son blancos como nieve” aquí se está haciendo referencia a Dios. Si en la Biblia se prohíbe hacer cualquier representación de Dios, entonces ¿cómo es que Dios tiene cabellos blancos? Queridos lectores, una paloma blanca pintada o dibujada en una pancarta es una imagen de Dios (Espíritu Santo): (Lc.3:22) y el Espíritu Santo descendió sobre Él, en figura corporal, como una paloma.
Mas interesante aun es ver en algunas iglesias evangélicas un enorme cuadro colgado en la pared con la imagen de un León. ¿Qué representa ese León? Veamos que dice la Biblia. Todos sabemos que Jesús pertenece a la tribu de Judá: (Hb.7:14) “Porque es sabido que nuestro Señor desciende de Judá.” Sabiendo esto, veamos a quien representa el León: (Ap.5:5) “Entonces me dijo uno de los ancianos: "No llores. Mira: el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha triunfado, de suerte que abra el libro y sus siete sellos." El León es Jesús, el descendiente de David, ¿has leído (Mat.1:1-17)? Entonces sí tienen imágenes en sus iglesias y no son imágenes de cualquier cosa que haya en el cielo: Éxodo 20:4-6 "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo…, es nada más y nada menos que una imagen de Jesús.
Por supuesto, ningún Católico los llamaría idólatras, pues todos nosotros sabemos que: (1Co. 8:4) “sabemos bien que los ídolos no son nada y que no hay más que un solo Dios.”
Los invito a todos a continuar creciendo en la fe, buscando la verdad en las Sagradas Escrituras. Solo de esta manera seremos libres, ¿libres de qué? Libres de prejuicios y falsos razonamientos qué nos induzcan a señalar y satanizar a nuestros hermanos injustamente.
(St.4:11-12) “No habléis mal, hermanos, unos de otros. El que murmura de su hermano o juzga a su hermano, de la Ley murmura y juzga a la Ley. Y si tú juzgas a la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino que te eriges en juez. Uno solo es el Legislador y Juez: el que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres que juzgas al prójimo?
(Jn.8:31-32) “… la verdad os hará libres."
(Mt.19:11) “No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido”
Si lees la publicación queremos saber tu opinión. Gracias.