La santidad es un llamado fundamental para todos los cristianos, basándose en la propia Palabra de Dios. "Sean santos, porque yo soy santo", 1 Pedro 1:16. Este estudio explora la forma en que somos llamados a alcanzar la santidad según la Biblia, las enseñanzas de los Apóstoles, el Catecismo de la Iglesia Católica y los Padres de la Iglesia. Recordando mis queridos hermanos que como está escrito en, Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Aquel que me conforta.”
El llamado a la santidad está profundamente arraigado en el Antiguo Testamento. Dios le dijo a Moisés: Levítico 19:2: "Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo." Dios establece un modelo de santidad basado en Su propia naturaleza. La santidad se manifiesta en la obediencia a la Ley de Dios pues de esta manera se conseguía ser justo delante de Él, tal como lo dice el libro de Deuteronomio 6:25 “Y esta será nuestra justicia: observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ordenó”. El salmista de igual manera nos recuerda que solo aquellos que se mantienen alejados de la vanidad y el engaño, y viven con pureza y rectitud, pueden estar en el lugar santo de Dios. Salmo 24:3-4 "¿Quién subirá al monte de Yahvé? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño."
Jesús y los Apóstoles continúan y amplían esta llamada a la santidad, esta vez Jesús compara la santidad con la perfección, así que esto indica un proceder activo de todo nuestro ser. Mateo 5:48: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto." En esto se cumple la Santidad, en ser perfectos. ¿Cómo llegar a esa santidad o perfección? Leamos lo que al Apóstol Pedro nos dice. 1 Pedro 1:15-16: "Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo." Pedro recalca que la santidad debe permear cada aspecto de nuestras vidas, él dice “en nuestra manera de vivir” ¿Puedes entender las palabras del Apóstol Pedro? El Apóstol Pablo nos da un majestuoso ejemplo de lo que quiso decir el Apóstol Pedro en su carta, 1 Pedro 1:15-16. Leamos pues, Colosenses 3:12-14, "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto."
Colosenses 3:12-14 es un llamado del apóstol Pablo a los cristianos a adoptar un carácter que refleje la santidad y el amor de Dios. En este pasaje, Pablo destaca las virtudes que deben ser evidentes en la vida de los creyentes y subraya la importancia del amor como la virtud suprema que une y perfecciona todas las demás. La carta a los Colosenses fue escrita por Pablo para instruir y exhortar a la comunidad cristiana en Colosas a vivir de acuerdo con su nueva identidad en Cristo. En el capítulo 3, Pablo les recuerda a los creyentes que, habiendo resucitado con Cristo, deben buscar las cosas de arriba y despojarse de su antigua naturaleza pecaminosa. En los versículos 12-14, Pablo especifica las cualidades que deben caracterizar la vida de los "escogidos de Dios".
El pasaje de Colosenses 3:12-14 nos invita a reflexionar sobre la santidad y el carácter cristiano. Nos recuerda que nuestra identidad como escogidos de Dios debe reflejarse en nuestras acciones y actitudes diarias. Las virtudes mencionadas por Pablo no son solo ideales abstractos, sino que son actitudes prácticas y concretas que deben manifestarse en nuestras relaciones con los demás. El Apóstol Pablo además explica que la santidad es parte del propósito eterno de Dios para nosotros, realizable a través del amor. Efesios 1:4: "Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor." Porque por más duro que nos parezca, sin santidad nadie verá al Señor. Hebreos 12:14: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor."
El Catecismo define la santidad como la perfección de la caridad:
numeral 2013: “Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad”
El Catecismo aclara que la santidad es para todos y se realiza en la medida en que vivimos en amor, imitando a Cristo.
numeral 2014: “El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama “mística”, porque participa del misterio de Cristo mediante los sacramentos —“los santos misterios”— y, en Él, del misterio de la Santísima Trinidad. Dios nos llama a todos a esta unión íntima con Él, aunque las gracias especiales o los signos extraordinarios de esta vida mística sean concedidos solamente a algunos para manifestar así el don gratuito hecho a todos.”
Los Padres de la Iglesia ofrecieron profundos escritos sobre la santidad:
San Agustín: En su obra "De la Ciudad de Dios", Agustín sostiene que la santidad es vivir en la Ciudad de Dios, es decir, una vida dirigida hacia la eternidad con Dios, caracterizada por la justicia, la fe y la caridad.
San Atanasio: En "De Incarnatione", Atanasio argumenta que Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran participar de la naturaleza divina, subrayando que la santidad es una participación en la vida de Dios.
En conclusión, La santidad es una vocación universal en la vida cristiana. Alcanzarla implica entre otras cosas: Obediencia a la Palabra de Dios, Vida Sacramental, Oración y Permanecer en la unión con Cristo y Práctica de la Caridad.
“… Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza poderosa,” (Efesios; 1:17-19). Amen
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