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¿Por medio de quién recibimos la Salvación?
El medio por el cual recibimos la salvación no puede ser fragmentado, pues quien vino a ofrecérnosla tampoco lo es. Somos Cristianos porque creemos que Jesucristo es hijo de Dios y es Dios, y que junto al Espíritu Santo reciben una misma adoración y gloria, porque son uno solo. Y que gracias a la intervención divina de la Santísima Trinidad podemos alcanzar la vida eterna. ¿Por qué gracias a la intervención de la Santísima Trinidad? Porque sin el Padre no habríamos tenido al Hijo: (Jn.5:36) “… Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado”, y si el Hijo no hubiese llevado a cabo la obra de su padre, no tendríamos con nosotros al Espíritu Santo: (Jn.16:7) “les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré”. Y sin la intervención del Espíritu Santo no tendríamos conciencia del bien o del mal: (Jn.14:26) “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho”. (Jn.16:8) “Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
“Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti…” (San Agustín (354-430)
Los Católicos no tenemos duda alguna de que es a través de Jesús que llegaremos hasta la presencia del Padre: (Jn.14:6) “Jesús le respondió: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. Y que es reconociéndolo a Él que obtendremos la vida eterna prometida: (Hch.2:21; Rm.10:9; Jl.3:5/RV.2:32) “Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado”. Pues fue por su sacrificio que fuimos redimidos: (Jn.1:29) “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. (Hb.9:12) “Entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna”.
(Catecismo)
161 Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 e.a.). «Puesto que "sin la fe... es imposible agradar a Dios" (Hb 11,6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella, y nadie, a no ser que "haya perseverado en ella hasta el fin" (Mt 10,22; 24,13), obtendrá la vida eterna» (Concilio Vaticano I: DS 3012; cf. Concilio de Trento: DS 1532).
162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; San Pablo advierte de ello a Timoteo: «Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe» (1 Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe «actuar por la caridad» (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rm 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
La Iglesia instituida por Jesús, nunca ha proclamado algo diferente. Tan preocupada estaba por preservar las verdades de la fe, que durante los años (325-381 a.C), y de la misma forma en que en uno de los primeros concilios conocidos imparte doctrinalmente el primer Dogma de la Iglesia primitiva: (Hch.15:28) “El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber…”, hace lo propio para anatemizar a los que se oponían a estas verdades de fe y a su vez confirmar a los Cristianos sobre estas verdades. Con tal propósito en esa época y hasta el día de hoy preservamos esas verdades de fe proclamando el Credo de Nicea.
Fuimos justificados por la Fe:
(Ef.2:8) “Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe…” El buen ladrón se salvó por fe, ¿por qué?, porque pudo reconocer a su salvador antes de morir. Ojo, el buen ladrón también llevo a cabo una obra antes de recibir la salvación: (Jn.6:28-29) “¿Qué haremos, pues, para hacer las obras de Dios? Jesús, les respondió y dijo: La obra de Dios es que creáis en Aquel a quien Él envió.” ¿El ladrón creyó? ¿Sí?, pues obro. Pero debemos hacernos la siguiente pregunta, ¿es el ladrón el ejemplo para los Cristianos?, leamos lo que dice el Apóstol Pablo: (Rm.6:1-2) “¿Qué diremos entonces? ¿Qué debemos seguir pecando para que abunde la gracia? ¡Ni pensarlo! ¿Cómo es posible que los que hemos muerto al pecado sigamos viviendo en él?”, (Rm.6:15) “¿Entonces qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos sometidos a la Ley sino a la gracia? ¡De ninguna manera!”. Si para salvarnos no se necesita de nuestro compromiso entonces: ¿por qué Jesús habló en singular cuando le dijo?: (Lc.23:43) “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”, ¿por qué no salvó al otro ladrón?, ¿por qué no aceptó a Cristo?: (Hch.2:21; Rm.10:9; Jl.3:5/RV.2:32) sí, pero no exclusivamente: (Mt.7:21-23) “No son los que me dicen: Señor, Señor, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo”, pues también nos dice: (Mt.15:8) “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”, y recordemos que los verdaderos adoradores: (Jn.4:23-24) “adorarán al Padre en espíritu y en verdad”.
Debe haber voluntad, voluntad para cambiar y voluntad para servir. Como decía un “Slogan” de la Iglesia Católica: “¿Crees en Cristo?, que se te note”. El Apóstol Pablo lo dice de esta manera: (Rm.6:13) “… ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagan de sus miembros instrumentos de justicia al servicio de Dios”. Jesús nunca predicó una salvación sin compromiso, entiéndase esta palabra con el significado teológico. Fue todo lo contrario, solo hay un camino para llegar a la meta y ese camino es la voluntad de querer llegar: (Lc.16:16) “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él”.
Por esa misma razón el Apóstol Pablo comparaba estas palabras con una carrera competitiva en la que todos sin mencionar excepciones debemos correr para alcanzar la meta: (1Co.9:24) “¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen”. Entonces quedó muy claro, si el que decide correr para llegar a la meta alcanza el premio, el que decida no correr esta carrera lo pierde, y ¿Sabes cuál es el premio?
Un Dios integral una salvación Integral
Habiendo estudiado los méritos de la Justificación y sabiendo que nuestro Dios es un Dios Trino, entenderemos cuál es la importancia de las obras en este plan salvífico al cual fuimos incorporados por Cristo Jesús, si bien aceptamos que la Justificación tiene lugar solo por gracia y sin las obras, esto no significa de ninguna manera que las buenas obras sean acciones muertas para nosotros los Cristianos, pues como algunos predican, la justificación viene solo por la fe: (St.2:24) “Como ven, el hombre no es justificado sólo por la fe, sino también por las obras”. El Apóstol Pablo conociendo a cabalidad lo escrito en las escrituras: (Si./Eclo.10:26) “No te hagas el sabio cuando cumples tu obra, ni te gloríes en el momento de la penuria”, y utilizando este conocimiento para instruir según lo definitivo: (Hb.10:5-9) “Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad". Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo.”, aconseja a los Cristianos con estas palabras: (Ef.2:8-9) “Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe… y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe”. Pero no debemos saltar lo que dice más adelante: (Ef.2:10) “Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos”.
El Apóstol Pablo nos recuerda que la salvación es un regalo que Dios nos ofrece de forma gratuita, independientemente de nuestras obras. Pero también nos recuerda que para alcanzar este regalo debemos esforzarnos realizando las obras dignas de la promesa: (Hb.6:1) “Por eso, dejando a un lado la enseñanza elemental sobre Cristo, vayamos a lo más perfecto, sin volver otra vez sobre las verdades fundamentales, como el arrepentimiento por las obras que llevan a la muerte y la fe en Dios”. Y si hay obras que nos conducen a la muerte, quiere decir que hay otras obras que nos conducen hacia la vida: (Hb.6:7-8) “Cuando la tierra es regada por abundantes lluvias y produce una buena vegetación para los que la cultivan, recibe de Dios su parte de bendición. Pero si no produce más que espinas y abrojos, no tiene ningún valor, su maldición está próxima y terminará por ser quemada”.
La verdadera predicación del Apóstol Pablo con relación a las Obras
Cuando el Apóstol Pablo dice que nadie debe gloriarse de las obras, que la salvación viene por fe: (Ef.2:8-9) “Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe…”, no está diciendo que las obras del Cristiano no tienen ningún valor ante Dios: (Rm.2:13) “porque a los ojos de Dios, no son justos los que oyen la Ley, sino los que la practican”, tampoco está diciendo que los méritos obtenidos por las obras del Cristiano no serán tomados en cuenta a la hora del juicio particular o el juicio final, pues los Apóstoles enseñaban a obrar según la Ley del Nuevo Pacto de esta manera: (1Jn.3:18) “… no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad”. El Apóstol Pablo hablaba sobre las obras de la Antigua Ley: (Dt.6:25) “Y esta será nuestra justicia: observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ordenó.”, que como ya sabemos murieron con Cristo en la cruz: (Rm.7:4) “De igual manera, hermanos, por la unión con el cuerpo de Cristo, ustedes han muerto a la Ley, para pertenecer a otro, a aquel que resucitó a fin de que podamos dar frutos para Dios”. ¿Por qué razón tenían que morir a la luz de la Antigua Ley?, por la siguiente razón: (Ga.3:10) “En efecto, todos los que confían en las obras de la Ley están bajo una maldición”. Si el Apóstol Pablo creyera que las obras del Cristiano no tienen ningún valor a la hora del juicio, ¿por qué dice entonces que: “hemos muerto a la Ley, para pertenecer a otro, a aquel que resucitó a fin de que podamos dar frutos para Dios”. Mas notable aún, si el Apóstol Pablo no creyera que las obras son meritorias para alcanzar la salvación, ¿Por qué razón aconseja a la Iglesia de Éfeso de esta manera?: (Ef.6:8) “…el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre.” Para que demos buenos frutos, claramente está alentando al pueblo Cristiano a realizar obras, pues como lo predico Jesús: (Lc.14:14) “… tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos”.
Hago referencia a las obras del Cristiano: (Ga.6:10) “Por lo tanto, mientras estamos a tiempo hagamos el bien a todos”, porque ya no estamos sujetos a la Antigua Ley como lo estaban los judíos a los que los Apóstoles les predicaban. Por tal razón y mostrando su verdadera forma de pensar con relación a este tema, el Apóstol Pablo dice: (Rm.3:20) “Porque a los ojos de Dios, nadie será justificado por las obras de la Ley,…”, (Rm.3:27-28) “¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguna. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley”. Debemos tener presente que para los judíos el ser justificados dependía de si practicaban o no las obras de la Ley: (Dt.6:25) “Y esta será nuestra justicia: observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ordenó”.
Sin embargo, hay que apartar las obras meramente Ceremoniales de las Morales: (1Co.7:19) “Lo que vale no es la circuncisión, sino cumplir los mandamientos de Dios.”, este es el gran dilema: (Ga.2:11-21) “…Yo no anulo la gracia de Dios: si la justicia viene de la Ley, Cristo ha muerto inútilmente.” (Ef.2:10) “Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos”. (1Tm.2:10) “Que se adornen más bien con buenas obras, como conviene a personas que practican la piedad”. (1Tm.5:10) “Que sus buenas obras den testimonio de ella; tiene que haber educado a sus hijos, ejercitado la hospitalidad, haber lavado los pies a los hermanos, socorrido a los necesitados y practicado el bien en todas sus formas”. (1Tm.6:18-19) “Que practiquen el bien, que sean ricos en buenas obras, que den con generosidad y sepan compartir sus riquezas, que atesoren para el futuro unos sólidos fondos con los que ganar la vida verdadera”. (Tt.2:7) “dándoles tú mismo ejemplo de buenas obras, en lo que se refiere a la pureza de doctrina, a la dignidad”, (Tt.2:14) “Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno en la práctica de buenas obras”. (Tt.3:8) “Esta es una doctrina digna de la fe, y quiero que en este punto seas categórico, para que aquellos que han puesto su fe en Dios procuren destacarse por sus buenas obras. Esto sí que es bueno y provechoso para los hombres”. (Tt.3:14) “Los nuestros deben aprender a destacarse por sus buenas obras, también en lo que se refiere a las necesidades de este mundo: de esa manera, su vida no será estéril”.
También por las obras seremos juzgados
El ministerio de los Apóstoles no era otro que no fuera el predicar el Evangelio tal y como les fue transmitido a ellos: (1Co.11:2) “Los felicito porque siempre se acuerdan de mí y guardan las tradiciones tal como yo se las he transmitido”, (1Co.11:23) “Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido…” (2P.2:21) “Más le hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que le fue transmitido”. ¿Entonces, crees tú que los Apóstoles les predicarían algo diferente a lo que Jesús les pidió predicar? Esto sería haber corrido una carrera en vano: (Ga.2:1-2) “Al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo a Tito. Lo hice en virtud de una revelación divina, y les expuse el Evangelio que predico entre los paganos, en particular a los dirigentes para asegurarme que no corría o no había corrido en vano”.
Jesús siempre enfatizó que para llegar al cielo serán contadas tus obras, si son buenas, como un santo entrarás en su reino, si son malas entonces tendrás que ser juzgado: (Jn.5:29) “y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio”. Y que les espera a los que en el juicio no puedan por sus obras entrar en su reino: (Mt.25:46) “Estos irán al castigo eterno…” Esta es la verdad, una verdad que fue predicada por todos los Apóstoles: (1P.1:17) “Y ya que ustedes llaman Padre a aquel que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus obras, vivan en el temor mientras están de paso en este mundo.” La predicación, dirigida a mostrarle a los Cristianos a practicar obras de caridad siempre fue la misma, nunca se enseñó lo contrario, solo pensemos en estas palabras de Jesús: (Jn.5:29).
Jesús enseña de esta manera porque fue para lo que su Padre lo envió. Pues a los Profetas le fue ordenado predicar mucho antes del nacimiento de Jesús, lo mismo que se nos predicó a nosotros: (Ez.18:20-24) “La persona que peca, esa morirá; el hijo no cargará con las culpas del padre, ni el padre cargará con las culpas del hijo. Sobre el justo recaerá su justicia, y sobre el malvado, su maldad. Pero si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá. Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso deseo yo la muerte del pecador –oráculo del Señor– y no que se convierta de su mala conducta y viva? Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá.” (ref: Ex.34:6-7; Lv.26:39; Nm.14:18)
El juicio
(Mt.16:27) “Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras”. (Mt.25:31-34) “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo”.
Juan el Bautista decía: (Mt.3:8) “Produzcan el fruto de una sincera conversión.” Debemos prestar atención a la palabra “produzcan”, no es suficiente que nos llamemos Cristianos, Creyentes, Devotos, Fieles, etc… hay que probarlo, ¿probarlo ante los hombres? no, probárselo a Dios, sí: (St.2:18) “Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe”.
¿Por qué razón recibirán en herencia el Reino?
(Mt.25:35-) “porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. ¿Qué les sucederá a quienes lleguen al día del juicio sin las buenas obras? (Mt.25:41) “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles”, (Mt. 25:46) “Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.
Por tal razón los Apóstoles instruían al pueblo de esta manera: (Hb.10:24) “Velemos los unos por los otros, para estimularnos en el amor y en las buenas obras”. No quiero enfocarme en el beneficio que tienen las obras sobre los demás, lo que nos interesa es saber que estas obras, las obras de misericordia son necesarias para demostrar nuestra fe en Cristo y que podamos alcanzar la promesa de salvación, pues como dice la escritura: (St.2:14) “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo?” Ahora presten atención: (St.2:17) “la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta”.
Si entendemos la fe de forma fragmentada y pensamos que es únicamente a través de ella que alcanzaremos la salvación y si pensamos que como ya fuimos justificados por la fe que tenemos en Cristo no necesitamos de ninguna otra cosa para ser salvos, podemos estar alejándonos cada vez más de la realidad. Repetiré nuevamente la advertencia que nos hace el Apóstol Santiago: (St.2:24) “Como ven, el hombre no es justificado sólo por la fe, sino también por las obras”.
¿Por qué debemos hacer buenas obras?
Somos, tú y yo, cooperadores en lo que a la salvación se refiere: (2Co.6:1) “Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios.” Desde el A.T. ya se estaba anunciando: (Jr.17:10) “Yo, el Señor, sondeo el corazón y examinó las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus obras”. Jesús le da continuidad a esta predicación: (Mt.6:19:20) “Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben”. ¿A qué tesoros se refiere Jesús?, si ya sabemos que: (Hch.17:25) “Tampoco puede ser servido por manos humanas como si tuviera necesidad de algo…” (Ef.2:10) “…fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos”. Este es el tesoro del que habla nuestro Señor Jesucristo: (1Tm.6:18) “Que practiquen el bien, que sean ricos en buenas obras…”
¿Cuándo debemos hacer Obras?
Somos Cristianos siempre, entonces, ¿cuándo debemos hacer obras? Veamos que nos dice Jesús: (Mt.21:18-19) “A la mañana temprano, mientras regresaba a la ciudad, tuvo hambre. Al ver una higuera cerca del camino, se acercó a ella, pero no encontró más que hojas. Entonces le dijo: Nunca volverás a dar fruto. Y la higuera se secó de inmediato”. ¿Qué tiene que ver este suceso con las obras?
Todos nos hemos acercado a un árbol frutal deseando recoger algún fruto, en ocasiones hemos podido recogerlos, pero en otras ocasiones no. ¿Qué debe ocurrir para que podamos o no podamos recoger frutos? Sencillo, debe ser la temporada de dicho fruto. En Puerto Rico, si queremos recoger mango debemos acercarnos a un árbol de mango en verano, de igual forma si queremos comer quenepas. Hay temporada de naranjas, temporada de aguacates, etc… ¿Ustedes creen que Jesús no sabía de antemano que al acercarse a la higuera no encontraría nada? Jesús nos enseña que no podemos ser Cristianos de temporada. No podemos dar frutos solo en algunas épocas del año, si no siempre. Muchos de nosotros nos acordamos de los pobres en Navidad y en esa época hacemos obras para con los pobres. Nos acordamos de las viudas el día de las madres y solo ese día hacemos obras para con las viudas, etc… Jesús premiará a los que hagan buenas obras, ni el ofrecer un vaso de agua quedará sin recompensa: (Mt.10:42) “Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa”. Pero a los que son como el árbol frutal de temporada Jesús lo maldice y peor aún: (Mt.7:19) “Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego”.
Nuestra santa madre Teresa de Calcuta decía: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, el servir a los demás es un mandamiento nuevo: (Jn.13:34) “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”. Por tal razón nuestra fe es integral y no fragmentada, porque no es solo confesar con nuestra boca que Jesús es el Señor, sino que hay que vivir lo que confesamos. En el Antiguo Testamento los Profetas nos hablaban sobre lo que busca Dios en nosotros sus hijos: (Is.64:4/RV.cap.5) “Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos”. Como vimos Dios va en busca de nuestras obras, nuestros frutos, esperemos que estos sean agradables a Dios, pues como nos dice el Apóstol Pablo: (Ga.6:7-8) “No se engañen: nadie se burla de Dios. Se recoge lo que se siembra: el que siembra para satisfacer su carne, de la carne recogerá sólo la corrupción; y el que siembra según el Espíritu, del Espíritu recogerá la Vida eterna”.
Jesús es nuestro Maestro y nosotros nos dejamos educar por Él. La palabra de Dios nos dice que no es tan solo confesar su nombre para ser salvo: (St.2:19) “¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. Los demonios también creen, y sin embargo, tiemblan”. También debemos acumular tesoros en el cielo para ser dignos seguidores de Cristo: (Mt.19:21) “Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
Nuestras obras serán probadas: (1Co.3:13) “La obra de cada uno aparecerá tal como es, porque el día del Juicio, que se revelará por medio del fuego, la pondrá de manifiesto; y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno”. Todos llegaremos con obras al juicio final y no es que no valgan para nada. No valdrán para nada las malas obras, sin embargo, el que haya llevado obras buenas recibirá su premio: (1Co.3:14) “Si la obra construida sobre el fundamento resiste la prueba, el que la hizo recibirá la recompensa”.
Cuando estemos frente a frente con Cristo, entonces sabremos si valieron o no todas nuestras obras: (2Co.5:10) “Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras buenas o malas, lo que mereció durante su vida mortal”. Todos, grandes y chicos daremos cuentas de ellas: (Ap.20:12-13) “Y vi a los que habían muerto, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos los libros, y también fue abierto el Libro de la Vida; y los que habían muerto fueron juzgados de acuerdo con el contenido de los libros; cada uno según sus obras. El mar devolvió a los muertos que guardaba: la Muerte y el Abismo hicieron lo mismo, y cada uno fue juzgado según sus obras”. Por supuesto, esto será así si vivimos obrando según la nueva Ley, Ley del amor: (2Co.3:3) “Evidentemente ustedes son una carta que Cristo escribió por intermedio nuestro, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente, no en tablas de piedra, sino de carne, es decir, en los corazones”, y no según la antigua Ley, pues como dice la escritura: (Jn.5:45) “No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza”.
El Buen Samaritano
En esta hermosa lectura: (Lc.10:25-37), veremos a Jesús confirmando lo dicho en: (Hb.10:5-9) “Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Deroga lo primero para instaurar lo segundo”. Sabemos muy bien que tanto el doctor de la Ley como Jesús, conocían lo que establecía la Ley sobre las impurezas y la relación que podrían tener estas leyes con el moribundo mencionado en la parábola, léase Levíticos, también: (Nm.19:11) “El que toque el cadáver de cualquier ser humano será impuro durante siete días.”, (Nm.9:6-) “Sin embargo, había algunas personas que se encontraban en estado de impureza a causa de un cadáver y no pudieron celebrar la Pascua ese día...” Sin embargo, Jesús le hace ver al doctor de la Ley que, como hijo de Dios, Él tiene el poder para cambiar la Ley y para mostrarnos cual es el camino correcto hacia la salvación: (Lc.10:25) “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?” Jesús nos dice, que son necesarias las obras para poder alcanzar la promesa de la vida eterna: (Lc.10:37) “El que tuvo compasión de él, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: Ve, y procede tú de la misma manera”. Dios nos pide obrar igual.
Ejemplos de las Obras de la Ley, observadas por los judíos:
(Mc.7:11-13) “En cambio, ustedes afirman: Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro "corbán" es decir, ofrenda sagrada– todo aquello con lo que podría ayudarte...” (Corban = Ofrenda ofrecida al Templo). (Mt.15:1-2) “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se lavan las manos antes de comer?” (Mt.6:2) “Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles…” (Mt.6:16) “Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan…”
Obras necesarias para alcanzar la salvación, observadas por los Cristianos, léase:
(Mt.25:31-46) “…porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver…”
Recordemos que para los judíos observar las leyes y preceptos de la Ley significaba para ellos practicar las obras de justicia: (Dt.6:25) “Y esta será nuestra justicia: observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ordenó”. Cuando el Apóstol Pablo habla de las obras, específicamente en: (Ef.2:8-9) “Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe… y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe”, les habla precisamente de esas obras de la Ley, las que ni tú, ni yo necesitamos realizar para alcanzar la salvación: (Rm.3:20) “Porque a los ojos de Dios, nadie será justificado por las obras de la Ley,…” Pues como el mismo Apóstol nos dice: (Rm.7:4) “…por la unión con el cuerpo de Cristo, ustedes han muerto a la Ley, para pertenecer a otro, a aquel que resucitó a fin de que podamos dar frutos para Dios”. Ahora nuestras obras son para cosechar frutos para Dios.
¿A cuáles frutos se refiere?: (Mt.7:21) “No son los que me dicen: Señor, Señor, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo”. ¿Cuál es la voluntad del Padre?: (Jn.13:34) “ámense los unos a los otros.” ¿Quién es el que ama a su prójimo?: (1Jn.3:18) “Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad.” Lamentablemente para los que piensan que solo la fe es necesaria para salvarse: (Jds.12) “…Son nubes sin agua llevadas por el viento, árboles otoñales sin frutos, doblemente muertos…” Y árbol que no de frutos: (Mt.7:19) “Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego”.
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