Como apologista Católico, es importante abordar este tema con respeto y comprensión hacia aquellos que profesan su fe en iglesias protestantes. Sin embargo, también es necesario destacar las diferencias doctrinales que existen entre la fe Católica y la fe protestante, y cómo estas diferencias pueden afectar la profesión de fe de un Católico, una profesión de fe que nació en la Iglesia en los primeros siglos del Cristianismo.
La profesión de fe Católica se basa en los principios establecidos en los primeros siglos del cristianismo, incluyendo la profesión de fe de Nicea, que afirmó la divinidad de Cristo y la Trinidad entre otros dogmas. Estos principios doctrinales fundamentales son parte integral de la fe Católica y se consideran no negociables para los Católicos. No olvide esto: El verdadero Católico No apostata contra su fe.
¿Usted ha visitado un templo protestante? ¿Lo han invitado pasar al frente para que profese su fe en el Señor? ¡A aceptar a Cristo! Al profesar la fe en una iglesia protestante, un Católico puede verse comprometido en su adhesión a los principios doctrinales de tal iglesia protestante. Por ejemplo, algunas iglesias protestantes pueden tener interpretaciones diferentes sobre la naturaleza de la Trinidad, la autoridad de la Iglesia, el papel de María y los Santos, entre otros puntos doctrinales. Al adherirse a estas interpretaciones, un Católico puede verse en la situación de tener que negar o comprometer su fe en los principios fundamentales establecidos por la Iglesia Católica.
Además, es importante considerar las intenciones detrás de la invitación de los protestantes para que los Católicos se unan a sus comunidades. Si bien es posible que algunos protestantes tengan la genuina intención de compartir su fe y fomentar la unidad entre los Cristianos, también es cierto que muchos grupos protestantes tienen como objetivo principal la conversión de Católicos a su denominación. En este sentido, la invitación a unirse a una iglesia protestante puede ser vista como un intento de hacer que el Católico niegue o comprometa su fe Católica en favor de las creencias protestantes.
Por lo tanto, como Católicos, debemos ser conscientes de estas diferencias doctrinales y estar firmemente arraigados en nuestra fe, sin comprometer los principios fundamentales establecidos por la Iglesia. Al mismo tiempo, debemos buscar la unidad entre los Cristianos a través del diálogo respetuoso y la búsqueda de puntos en común, mientras mantenemos nuestra identidad Católica intacta. Puede que sea necesario para usted visitar un templo protestante, pero si es un verdadero Católico, no cederá ante ninguna petición cuya intención sea hacerle cambiar de opinión con relación a algún punto doctrinal. Esto incluye la invitación para que usted acepte a Cristo.
Es fundamental reconocer que detrás de la invitación de algunas iglesias protestantes para que los Católicos profesen su fe en sus templos puede haber una agenda sutil pero significativa. En algunos casos, la verdadera intención puede ser cuestionar la autenticidad de la fe Católica del individuo y poner en duda la validez de su profesión de fe.
Los protestantes que adoptan esta perspectiva pueden argumentar que el Catolicismo es una forma de Cristianismo "falso" o "incompleto", y que los Católicos necesitan "aceptar a Cristo" de una manera que consideran más auténtica o genuina. Este enfoque puede llevar implícitamente a la idea de que los Católicos nunca han experimentado una verdadera conversión o encuentro personal con Cristo, lo cual es profundamente problemático y despectivo hacia la fe y la espiritualidad Católicas.
Tal perspectiva no solo es divisiva, sino que también socava la rica tradición espiritual y teológica del Catolicismo, que ha producido innumerables Santos, Teólogos y Fieles comprometidos a lo largo de los siglos. La idea de que la fe Católica no es válida o es insuficiente para la salvación, es una distorsión de la enseñanza Católica sobre la gracia divina y la acción del Espíritu Santo en la vida de los fieles.
Además, es importante reconocer que la fe no se reduce a una sola experiencia o momento de "aceptar a Cristo", sino que es un viaje continuo de crecimiento espiritual y encuentro con Dios. Así lo afirma el Apóstol Pablo cuando dice: (Hechos de los Apóstoles 24; 16 "Por esto yo mismo me ejercito para tener en todo tiempo una conciencia irreprensible ante Dios...") Los Católicos experimentan y expresan su fe de maneras diversas, incluyendo la participación en los sacramentos, la oración, la devoción a María y los santos, y el servicio a los demás. Estas prácticas no deben ser menospreciadas ni subestimadas por aquellos que promueven una visión estrecha de la fe Cristiana y de las doctrinas de las cuales participamos los Católicos.
Por lo tanto, es importante que los Católicos sean conscientes de estas agendas subyacentes y estén firmemente arraigados en su identidad y práctica Católicas, mientras mantienen un espíritu de diálogo y respeto hacia sus hermanos y hermanas Cristianos de otras denominaciones. La verdadera unidad entre los Cristianos surge no de la negación o la deslegitimación de las tradiciones de los demás, sino del reconocimiento mutuo como hermanos y hermanas en Cristo, celebrando lo que nos une mientras respetamos nuestras diferencias doctrinales y teológicas.
Por supuesto, estamos llamados a predicar la Verdad. ¡No Satanizamos a nadie, simplemente le mostramos el camino correcto!
¡Se un buen Católico! Este es el credo que profesó toda la Iglesia por casi 2000 años.
Credo de Nicea Año: 325
Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; unigénito nacido del Padre, es decir, de la sustancia del Padre; Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado; de la misma naturaleza que el Padre; por quien todo fue hecho: tanto lo que hay en el cielo como en la tierra; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, (y) subió a los cielos, vendrá a juzgar a vivos y muertos; y en el Espíritu Santo. Y a los que dicen: hubo un tiempo en que no existió y: antes de ser engendrado no existió y: fue hecho de la nada o de otra hipóstasis o naturaleza, pretendiendo que el Hijo de Dios es creado y sujeto de cambio y alteración, a éstos los anatematiza la Iglesia Católica.
Credo de Nicea Año: 381
Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, Católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
“… Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza poderosa,” (Efesios; 1:17-19). Amen
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