Y dijo a otro: Sígueme. El respondió: Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre. Pero Jesús le respondió: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios.
Jesús te llama y es ya…
En la época de Jesús, el entierro de un padre era una responsabilidad importante y una práctica cultural que se llevaba a cabo con mucho respeto y devoción. Sin embargo, cuando un hombre se acercó a Jesús y le dijo: "Déjame ir primero y enterrar a mi padre" (Lucas 9:59), Jesús respondió: "Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos" (Lucas 9:60).
En este sentido, también podemos considerar la ley judía que obligaba a guardar luto por 30 días después de la muerte de un pariente:
(Deuteronomio 34:8) "Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la Muerte de Moisés."
(Números 20:29). "toda la comunidad supo que Aarón había muerto. Y todo Israel lloró a Aarón durante treinta días."
Si bien esta práctica era importante en la cultura judía, Jesús nos llama a priorizar nuestra fe en Él y seguirlo sin demora. Si bien no estamos exentos de honrar a nuestros padres, debemos recordar que nuestra lealtad a Dios debe estar por encima de todo.
Jesús nunca pidió que abandonara a su padre:
Esta aparente dureza de Jesús no busca menospreciar el deber de honrar a nuestros padres, sino más bien resaltar la prioridad de responder a Su llamado inmediato. Analicemos este pasaje a la luz de otros textos bíblicos para comprender la urgencia de seguir a Cristo sin demora.
En el Evangelio de Lucas (Lucas 9:59-62), Jesús se encuentra con otro hombre que le pide permiso para despedirse de su familia antes de seguirle. La respuesta de Jesús revela la necesidad de una entrega total y sin reservas: "Nadie que pone la mano en el arado y mira atrás es apto para el reino de Dios". Aquí, Jesús enfatiza la importancia de no dejar que los lazos familiares o las preocupaciones mundanas nos detengan en nuestra respuesta a Su llamado.
Además, en el Evangelio de Mateo (Mateo 10:37-39), Jesús dice: "El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí". Estas palabras nos recuerdan que nuestra lealtad y amor supremo deben ser hacia Jesús, y que seguirle implica priorizarlo por encima de todo. Sin olvidar que seguir a Jesús nunca significará abandonar nuestros deberes con nuestros padres, hijos, esposo o esposa, etc... (1ra carta a Timoteo 5:8) “el que no se ocupa de los suyos, sobre todo si conviven con él, ha renegado de su fe y es peor que un infiel”, (1ra carta a Timoteo 5:4) “Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, estos deben aprender primero a cumplir con sus deberes familiares y a ser agradecidos con sus padres, porque eso es lo que agrada a Dios”.
En nuestras vidas cotidianas, podemos encontrarnos ante decisiones que demandan una respuesta inmediata a la llamada de Jesús. Puede ser renunciar a ciertos placeres mundanos, perdonar a aquellos que nos han herido o incluso abandonar planes personales para cumplir con Su voluntad. La lección que aprendemos de "Déjame enterrar a mi Padre" es que, cuando Jesús llama, la prontitud en nuestra respuesta refleja nuestro compromiso y amor hacia Él.
“… Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza poderosa,” (Efesios; 1:17-19). Amen
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